¿Qué es una rabieta?

Es importante comprender que las rabietas son acontecimientos normales en el desarrollo de la primera infancia. Sin embargo, las rabietas pueden parecer notablemente más abrumadoras durante el segundo año de vida (lo que les valió el apodo de "terribles dos años"). Las rabietas también pueden aparecer más pronunciadas en niños con diagnósticos específicos (como un trastorno del comportamiento con componentes no verbales), ya que a estos niños les puede resultar más difícil expresar sus deseos y necesidades específicos.
Además de las rabietas esperadas, algunos niños pueden tener lo que los médicos llaman trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo (DMDD). Los niños con DMDD pueden demostrar arrebatos frecuentes o irritabilidad mucho más allá de la edad esperada de desarrollo. Estos episodios son una forma de desregulación (la incapacidad de expresar emociones de una manera apropiada para la edad). Con la preparación adecuada, los padres pueden ayudar a hacer berrinches y DMDD.
¿Qué causa las rabietas?
Las rabietas son una parte esperada del desarrollo de la primera infancia. Los episodios suelen tener lugar cuando el niño tiene entre uno y cuatro años. Pero si bien las rabietas son comunes, existen ciertas circunstancias que pueden desencadenar estos episodios, incluidas las siguientes:
- El niño no ha dejado de aprender las palabras para expresar sus sentimientos o deseos.
- Se siente estresado, hambriento o fatigado
- Lugares de transición (como de la guardería al hogar)
- Se siente asustado, preocupado o molesto
- Le han quitado un objeto deseado
- quiere atención
- Sobreestimulación dentro de un entorno.
¿Qué debo hacer cuando mi hijo tiene una rabieta?
mantén la calma
Dado que las rabietas pueden parecer bastante perturbadoras, el primer paso es mantener la calma. (Está bien fingir o incluso tomarse un momento para usted si lo necesita). No sermonee, discuta ni responda con amenazas o enojo, ya que es probable que estas reacciones empeoren la rabieta.
Determinar por qué el niño está molesto
La causa de la rabieta a menudo determina cómo deben manejarla los padres. Por ejemplo, si un niño tiene hambre o sueño, es probable que sea hora de un refrigerio o una siesta. Sin embargo, si un niño quiere atención o está molesto con el ambiente, por lo general es mejor usar una distracción suave (como una carita graciosa o un libro) o mover al niño a un ambiente más tranquilo y calmado.
Reconozca los sentimientos fuertes de su hijo
En lugar de mostrar enojo o tratar de “razonar” con su hijo, reconozca por qué está molesto. Por ejemplo, podría reconocer: "Es muy molesto cuando la taza de jugo se vuelca, ¿no es así?". Demostrar a su hijo que usted entiende (y usar una voz tranquilizadora mientras lo hace) le da a su hijo la oportunidad de procesar y restablecer las emociones. El uso de palabras para etiquetar e identificar las emociones (“Me doy cuenta de que estás molesto. Tu cara está roja. Estás llorando”) puede ayudar a los niños a aprender gradualmente palabras de vocabulario para expresarse en lugar de hacer berrinches.
Hágase cargo cuando sea necesario
Retire los objetos potencialmente peligrosos del camino del niño o cambie el ambiente sin ceder a la rabieta. Por ejemplo, si tu hijo hace una rabieta por no querer salir de la bañera, es mejor tirar del tapón y dejar salir el agua que dejar al niño en una situación de peligro. Del mismo modo, los niños que hacen rabietas en público deben ser trasladados a un lugar más tranquilo para que se calmen.
Use tiempos de espera cuando sea necesario
Si ocurre una rabieta porque un niño repite un comportamiento peligroso o prohibido después de que se le dijo que se detuviera, use un tiempo fuera. Con peligros de seguridad inmediatos, está bien sostener al niño con calma pero con firmeza durante varios minutos. La clave es ser constante. Si el tiempo fuera es por una rabieta que incluye un comportamiento negativo (como golpear a otro niño), es importante explicar el tiempo fuera y establecer un límite de tiempo razonable. El niño puede entonces aprender a disculparse (con el compañero de juegos, etc.) después de calmarse.
Elogie a su hijo por calmarse
Es importante elogiar a los niños una vez que han recuperado el control. Esto refuerza el comportamiento y las elecciones positivas. El niño entonces asocia el buen comportamiento con la recompensa. Por ejemplo, puedes decir específicamente: "Hiciste un buen trabajo usando tu voz interior y no gritando en la tienda". Esto ayuda gradualmente a los niños a adaptar comportamientos aceptables.
Qué NO hacer cuando su hijo tiene una rabieta
No soborne a su hijo ni se rinda a la rabieta
Sobornar o ceder a la rabieta les enseña a los niños que las rabietas son efectivas para salirse con la suya. Peor aún, algunos niños pueden adoptar las rabietas como una forma de recibir los sobornos ("recompensas"). Es mejor esperar a que pase la rabieta en ambientes privados o mover al niño a un lugar más tranquilo si la rabieta está ocurriendo en un ambiente público o potencialmente inseguro. Esto le enseña al niño que la resolución solo puede ocurrir después de calmar y procesar sus emociones.
No descarte ni minimice las emociones de su hijo
Es importante no invalidar los sentimientos de su hijo. Esto puede aumentar la probabilidad de rabietas cuando el niño intenta recibir reconocimiento. Los ejemplos de minimizar las emociones incluyen reírse del arrebato, usar el sarcasmo o hacer comentarios insensibles ("Es solo X", "No hay nada por lo que estar tan molesto", "No seas tonto"). En su lugar, reconozca las emociones del niño con dulzura para que pueda acercarse a una resolución.
¿Cómo puedo reducir la probabilidad de rabietas?
Aunque las rabietas son frecuentes en el desarrollo de la primera infancia, hay pasos que puede seguir para aumentar la frecuencia de las mismas:
- Desarrolle una rutina constante: por ejemplo, puede crear una rutina constante para la hora de acostarse (como acostarse durante 15 minutos con un libro) para indicar que es hora de relajarse y dormir. También debe ser constante en su respuesta a las rabietas. Si responde a veces sobornando ya veces ignorando, su hijo puede confundirse. Es mejor ser constante (remoción, tiempo fuera, etc.) para que su hijo pueda comenzar a aprender comportamientos apropiados.
- Realice actividades que enseñen el vocabulario de las emociones: los ejemplos incluyen juegos de colorear y emparejar que enseñan emociones básicas como "feliz", "triste", "enojado", "divertido" y "tonto". Esto les da a los niños palabras para expresarse y también les permite procesar los sentimientos internamente.
- Identifique los factores desencadenantes y planifique en consecuencia: algunas situaciones desencadenan rabietas. Por ejemplo, si descubre que su hijo tiene hambre o se irrita durante las compras, puede decidir llevarlo consigo después de que haya comido un refrigerio y haya tomado una siesta. Del mismo modo, trate de equilibrar la cantidad de entornos de alta estimulación con entornos tranquilos y familiares.
- Use un tono positivo y optimista cuando le pida a su hijo que haga algo: en lugar de hacer que las instrucciones suenen como una orden o una reprimenda, un tono positivo puede hacer que suenen como una invitación divertida. Por ejemplo, "Si te pones los calcetines y los zapatos, podemos ir al parque".
Tenga en cuenta que está bien buscar ayuda si su hijo tiene dificultades para aprender habilidades de autorregulación. Muchos padres se preocupan por las rabietas que involucran golpearse la cabeza, aguantar la respiración o que provocan dolores de cabeza, lesiones o destrucción de propiedad. Si necesita ayuda para controlar las rabietas o sospecha que su hijo puede tener DMDD, comuníquese con The Warren Center .