Comer quisquilloso relacionado con el autismo

¿Qué causa el comportamiento quisquilloso al comer?
Los niños diagnosticados con autismo pueden volverse “quisquillosos para comer” por varias razones. Ser quisquilloso con la comida no siempre implica terquedad o mal genio. Algunas de las causas más comunes de los caprichos para comer incluyen las siguientes:
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Problemas de procesamiento sensorial con los alimentos
– Esta es una de las causas más comunes de los caprichos para comer. Por ejemplo, un niño diagnosticado con autismo puede preferir la textura suave del yogur o disfrutar escuchando el sonido "crujiente" de las galletas saladas y las zanahorias. A la inversa, un niño puede tener una reacción adversa a los alimentos blandos o sentirse incómodo con la textura “áspera” de los alimentos más duros. Si un niño prefiere o evita constantemente una categoría de alimentos, esto puede limitar severamente la gama de comidas que el niño está dispuesto a consumir.
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Musculatura oral-motora subdesarrollada
– Algunos niños con trastornos del desarrollo pueden simplemente carecer de la fuerza muscular necesaria para masticar alimentos como pepinillos o bistec. Cuando esto sucede, la hora de comer se convierte en un ejercicio agotador en lugar de una experiencia divertida. Peor aún, evitar ciertos alimentos también significa perder la oportunidad de fortalecer los músculos orales-motores y puede empeorar el problema a largo plazo.
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Incomodidad por permanecer en la mesa
– Algunos niños pueden tener un “lugar favorito” en el que prefieren comer en lugar de preparar una comida completa en la mesa. A otros les puede resultar difícil equilibrar el acto de comer con la interacción con hermanos o compañeros en la mesa. Los signos reveladores de un niño frustrado por sentarse a la mesa incluyen arrojar comida o utensilios, así como levantarse constantemente para mover un plato o tazón a un lugar diferente (como el sofá o el piso).
¿Cómo puedo ayudar a un quisquilloso con la comida?
- Descartar problemas médicos
Algunos niños se presentan como "quisquillosos para comer" debido a la incapacidad de expresar malestar físico. Por ejemplo, los niños que cierran los labios con fuerza, sacuden la cabeza o se aprietan la cintura pueden estar tratando de indicar problemas gastrointestinales. El primer paso sería visitar a un gastroenterólogo pediátrico que pueda evaluar trastornos gastrointestinales u otras causas orgánicas. Si bien es posible que un niño con autismo no pueda verbalizar el problema ahora, una evaluación médica ayudará a identificar el origen del problema. Los problemas comunes del tracto GI entre los niños pueden incluir los siguientes:
- Reflujo ácido . También conocido como reflujo gastroesofágico (RGE), el reflujo ácido ocurre cuando el esfínter esofágico inferior se relaja más de lo necesario, lo que hace que el contenido del estómago fluya de regreso al esófago. Los niños con autismo pueden intentar expresar este malestar llorando o saltando.
- El estreñimiento entre los niños con autismo puede resultar de una dieta limitada (por ejemplo, disminución de la ingesta de fibra o líquidos debido a habilidades motoras orales más débiles) o retraso en el uso del baño (común en niños con autismo). Estos niños pueden sostener sus estómagos para indicar que todavía se sienten llenos o “pisoteados”.
- Esta condición puede causar molestias en los intestinos, ya que las heces no han tenido suficiente tiempo para reafirmarse. Como resultado, es posible que un niño no se sienta con ganas de comer nada más.
- Esofagitis eosinofílica (EoE). La esofagitis eosinofílica es un trastorno alérgico de la deglución caracterizado por la inflamación del tubo muscular que se extiende entre la garganta y el estómago. Cuando esta área está inflamada, el niño puede sentir como si se estuviera ahogando. Esto puede provocar que los niños eviten las comidas hasta que se hayan sometido al tratamiento adecuado.
- Empieza pequeño
Una vez que haya descartado cualquier problema médico, es hora de mantener la calma y comenzar poco a poco. Esto puede significar literalmente uno o dos bocados pequeños de un nuevo tipo de comida. Obtenga una lista de alimentos saludables recomendados por su terapeuta o médico y luego comience con uno o dos bocados por comida. También puede permitir que el niño diga: "No, gracias" después de probar al menos un bocado. Esto le permite al niño sentir agencia mientras lo ayuda a acostumbrarse a nuevos alimentos.
- Se consistente
Los expertos recomiendan probar un nuevo alimento de siete a 12 veces antes de convertirlo en una rutina o eliminarlo de la lista de pies de un niño. Por ejemplo, puede tomar uno o dos bocados pequeños de un alimento nuevo a la hora del almuerzo durante al menos una semana (7 días).
- Experimenta con texturas
A veces, el problema es la textura (cómo se siente la comida en la mano o en la boca) más que el sabor. Por ejemplo, es posible que un niño no quiera comer tomates en un sándwich debido a la aversión a la textura o las semillas “viscosas”. Corte el tomate en trozos muy pequeños y mézclelos en una ensalada, corte el tomate en una porción de pico de gallo para niños o cocínelos en una salsa para servir con pasta a la hora de la cena.
- Preparar comidas juntos
Para muchos niños, nada supera el orgullo de preparar las comidas ellos mismos. Trate de ponerse al nivel de su hijo (es decir, coloque una mesa y sillas a la altura del niño) para preparar comidas para niños. Las ideas incluyen usar verduras para hacer caras en la pasta (o frutas para hacer caras en panqueques) y usar cortadores de galletas seguros para niños para hacer sus propios sándwiches. De esta manera, comer se convierte en la “recompensa” del trabajo bien hecho.
- Crear opciones
Otro consejo es introducir dos alimentos a la vez para que su hijo pueda elegir. Por ejemplo, si quiere que su hijo coma al menos una verdura y una proteína en la cena, presente tres opciones de cada una y permita que su hijo elija una. Este proceso también puede introducir a su hijo a la mesa de la cena formal (que generalmente tiene una variedad de platos en exhibición).
- Planifique las reacciones a las rabietas
Si bien el objetivo es eventualmente eliminar las rabietas, puede prepararse para la etapa actual de su hijo a través de la "ignoración planificada" de estos episodios. Esto significa que puede ignorar pequeñas interrupciones siempre que sea seguro. Cambie de marcha ofreciéndole al niño una opción diferente que brinde beneficios similares para la salud (por ejemplo, rodajas de naranja diminutas en lugar de pomelo).
- Mantenga un diario de alimentos
Asegúrese de que los padres, las niñeras y otros cuidadores anoten la hora, el tipo de comida y los alimentos consumidos diariamente. Esto ayuda a todos a mantenerse encaminados y puede resaltar problemas potenciales (como una dieta limitada). También crea un excelente registro para futuros chequeos de salud. Si su hijo tiene estreñimiento u otros problemas gastrointestinales, también debe llevar un diario de sus necesidades.
- proporcionar elogios
Nunca descarte los beneficios de la alabanza. Los elogios generales ("¡Sí!", "¡Así se hace!" o "¡Choca los cinco!") Deben ocurrir después de cada comida. Los elogios etiquetados (“Gracias por probar el [alimento nuevo]”) brindan un refuerzo positivo para el esfuerzo de su hijo. Además, los elogios también son una excelente manera de equilibrar las frustraciones de su hijo con correcciones o reprimendas. Como regla general, asegúrese de incorporar al menos cinco elogios por cada corrección o reprimenda (proporción de 5 a 1) para ayudar a su hijo a asociar la mesa con experiencias positivas.