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PARÁLISIS CEREBRAL CONVULSIONES Y CONTROL DE CONVULSIONES
Muchas personas asocian las convulsiones como síntomas de episodios que se producen en niños diagnosticados de parálisis cerebral (PC). Aunque no todos los niños con parálisis cerebral experimentan convulsiones, la posibilidad de un ataque sigue siendo un hecho para muchos de estos niños. Mientras que los profesionales médicos pueden formular un plan integral para ayudar a abordar la condición, los padres pueden empoderarse con información sobre cómo reconocer el inicio de una convulsión y estar preparados para actuar cuando se produce una convulsión.
CAUSAS Y FACTORES DE RIESGO
¿QUÉ ES UN ATAQUE?
Una convulsión es una alteración repentina del cerebro o del sistema nervioso que hace que el cuerpo pierda la conciencia, convulsione o se agarre. Las alteraciones que provocan estas convulsiones pueden ser el resultado de breves trastornos en un cerebro no lesionado, de lapsos derivados de una condición médica interna o de problemas neurológicos relacionados con una lesión externa independiente. Dado que el sistema nervioso se encarga de enviar señales al resto del cuerpo, la aparición de una convulsión puede afectar a las funciones esenciales del organismo y convertirse en una situación médica grave.
¿Cuáles son los desencadenantes más comunes de una crisis epiléptica?
Aunque las situaciones pueden variar, algunos de los desencadenantes más comunes de una convulsión son los siguientes:
- Daño cerebral
- Reacciones de los medicamentos
- Desequilibrio electrolítico
- Baja de azúcar en la sangre
- Fiebre alta o infecciones
- Trastornos genéticos o congénitos
- Lesión en la cabeza
- Tumor
- Aguantar la respiración demasiado tiempo (en niños en desarrollo)
- Envenenamiento por plomo
También es importante tener en cuenta que, aunque la mayoría de la gente asocia las convulsiones con la epilepsia, tener una convulsión no significa automáticamente que un niño tenga epilepsia. El término "epilepsia" se refiere a una enfermedad neurológica de larga duración caracterizada por una tendencia a las convulsiones recurrentes. Una "convulsión" se refiere específicamente al estallido de actividad eléctrica incontrolada entre las células cerebrales o nerviosas, una alteración que da lugar a convulsiones temporales, convulsiones, sacudidas o espasmos.
TIPOS DE CONVULSIONES
¿CUÁLES SON LOS DOS TIPOS DE CONVULSIONES?
Hay dos tipos principales de crisis: las crisis generalizadas y las crisis parciales. Muchos niños con parálisis cerebral experimentan al menos uno de estos dos tipos de convulsiones a lo largo de su vida.
Convulsiones generalizadas
Las convulsiones generalizadas ocurren cuando se producen impulsos eléctricos anormales en todas las áreas (ambos hemisferios) del cerebro. Se trata de un suceso grave que puede provocar la pérdida de control corporal o de la conciencia. Hay cinco tipos de convulsiones generalizadas:
- Tónico-Clónico (o Grand Mal) - El tónico-clónico es la convulsión generalizada más común. También es la más grave de todas las convulsiones. Los síntomas incluyen una rigidez inicial (el cuerpo se pone rígido al principio) seguida de convulsiones (sacudidas y espasmos violentos) y, a continuación, pérdida de conocimiento (a menudo los labios o la cara de la persona se vuelven azules). Antes de la convulsión, la persona puede experimentar mareos, alucinaciones o cambios en el olfato o el gusto. Pueden producirse sacudidas de las extremidades y mordiscos en la lengua mientras el cerebro intenta controlar los impulsos. Al recuperar la conciencia, la persona puede seguir sintiendo náuseas o letargo. Las personas que son diabéticas, que convulsionan durante más de cinco minutos, que experimentan una segunda convulsión después de la primera o que sienten lesiones deben recibir atención médica inmediata.
- Petit Mal (o ausencia atípica): estas crisis se caracterizan por un lapso de conciencia repentino pero breve (unos 20 segundos o menos). Más del 90% de las personas afectadas también experimentan una hiperventilación brusca inmediatamente antes del ataque. Al inicio de la crisis, la persona puede mostrar una mirada perdida, un breve giro hacia arriba de los ojos o un aleteo de los párpados. La persona no suele responder durante los 20 segundos que dura la crisis, pero está despierta (y desorientada) inmediatamente después de la crisis. Las crisis de pequeño mal suelen comenzar entre los 4 y los 14 años. Alrededor del 70% de los niños superan las crisis de ausencia a los 18 años. Es importante señalar que las crisis de pequeño mal son crisis generalizadas (y, por tanto, no deben confundirse con las crisis parciales, que requieren métodos de tratamiento diferentes).
- Mioclónica - Las características de esta convulsión implican sacudidas involuntarias de los brazos, las piernas, la cara o el torso. La convulsión puede asustar al individuo y a los demás, ya que se produce sin previo aviso y se asemeja a la reacción a una descarga eléctrica repentina. Las convulsiones mioclónicas suelen comenzar durante la infancia, y los incidentes suelen producirse al despertarse o al dormirse.
- Atónico (o astático, acinético, ataque de caída) - Las crisis de ataque de caída se refieren a la cojera temporal o a la pérdida de tono muscular. Un niño o un adulto que sufra un ataque de caída o una convulsión atónica puede desplomarse inesperadamente; por ello, algunos profesionales médicos prescriben protectores faciales o equipos de protección para la cabeza. Estas convulsiones pueden producirse varias veces al día.
- Espasmos infantiles (o síndrome de West) - Los espasmos infantiles, que afectan sobre todo a los bebés de entre 3 meses y 2 años, pueden hacer que el niño experimente una rápida sucesión de movimientos espasmódicos mientras está sentado o recostado. Los niños con esta afección pueden desarrollar otros tipos de convulsiones más adelante.
Convulsiones parciales
Las crisis parciales afectan sólo a un hemisferio del cerebro. Los efectos físicos, emocionales y/o sensoriales de una crisis parcial dependen de su localización en el cerebro. Por ejemplo, una convulsión parcial en el lóbulo temporal puede afectar a los pensamientos y la percepción. Las alteraciones en la corteza motora primaria pueden provocar sacudidas o movimientos corporales involuntarios. Hay dos tipos de crisis parciales:
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- Convulsión parcial simple: este tipo de convulsión se produce en el lóbulo temporal, lo que altera la conciencia plena del niño. Aunque los niños que la padecen pueden no recordar las convulsiones después del hecho, a menudo informan de emociones extremas (felicidad o tristeza) después de la ocurrencia.
- Convulsión parcial compleja: este tipo de convulsión de inicio focal puede alterar la conciencia y la percepción espacial. Los objetos pueden estar más lejos o más cerca de lo que parecen. Los síntomas incluyen la masticación compulsiva, el movimiento repetitivo de las extremidades o la pérdida de conciencia.
SÍNTOMAS Y TRATAMIENTO
¿Cuáles son los síntomas de una convulsión?
Los síntomas pueden variar según el tipo de convulsión. Los padres no deben desanimarse, ya que los signos de una convulsión inminente pueden no parecer evidentes al principio. Con el diagnóstico adecuado, los padres pueden ser más hábiles para reconocer las señales de advertencia. Algunos síntomas comunes son los siguientes
Antes de la incautación
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- Parpadeo o chasquido de labios inusualmente repetitivo
- Miradas fijas prolongadas o cambios repentinos de comportamiento
- Hiperventilación
- Durante la incautación
- Convulsiones
- Rigidez corporal
- Movimientos espasmódicos
- Sacudidas, espasmos, temblores o espasticidad
- Inconsciencia
- Morderse los labios, babear, dificultad para hablar
- Movimiento inusual de los ojos, ya sea mirando fijamente o parpadeando
- Frecuencia cardíaca elevada
- Incapacidad para sentarse o estar de pie
- Pérdida de control de la vejiga y/o del intestino
- Pérdida de conocimiento
- Gritos u otras señales verbales
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Después de la incautación
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- Dificultad para hablar
- Agotamiento
- Dolores de cabeza
- Cojera o debilidad muscular
- Sed
- Malestar estomacal o náuseas
- Dolor corporal o evidencia de lesión
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¿Qué hay que hacer y qué no hay que hacer para controlar una convulsión?
HACER:
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- Utiliza un vigilante de bebés para comprobar cómo está tu hijo a intervalos constantes (especialmente mientras duerme)
- Eliminar los desencadenantes del estrés sensorial (como los ruidos fuertes)
- Mantenga a su hijo alejado de superficies duras u objetos inseguros
- Utilizar mantas protectoras y zonas de juego blandas
- Elige ropa holgada en lugar de ajustada
- Consolar al niño después de que haya terminado la convulsión
- Busque atención médica inmediata en cualquiera de las siguientes circunstancias:
- El niño nunca ha tenido una convulsión anteriormente
- El niño no respira o las vías respiratorias parecen obstruidas
- La convulsión dura más de 10 minutos
- Hay múltiples convulsiones en rápida sucesión
- La piel del niño cambia de color
- Hay lesiones corporales
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NO:
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- No introducir un depresor de lengua u otros objetos en la boca del niño
- No intente impedir que el niño se mueva durante el episodio
- No dar al niño objetos
- No intente administrar alimentos o líquidos durante el episodio
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¿Qué ayuda puede haber para las convulsiones?
Aunque la aparición de esta condición es comprensiblemente molesta, la condición no carece de esperanza. El primer paso para determinar la ayuda disponible para las convulsiones es proporcionar a su profesional médico la siguiente información:
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- ¿Cuándo experimenta su hijo las convulsiones y cuánto duran?
- ¿La convulsión afecta a todo el cuerpo?
- Si no, ¿qué partes del cuerpo? (por ejemplo, brazos, piernas, un lado del cuerpo, etc.)
- ¿Qué síntomas ha observado antes, durante y después de las convulsiones?
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Estos indicios pueden ayudar a los profesionales médicos a acotar el tipo de convulsión y a prescribir un tratamiento. Aunque no existe un tratamiento único para las convulsiones, el profesional médico puede planificar una intervención que puede reducir la frecuencia y la gravedad. Por ejemplo, el médico puede recetar medicamentos anticonvulsivos o estabilizadores del estado de ánimo y asignar a un neurólogo para que supervise la enfermedad y se asegure de que los tratamientos son beneficiosos o útiles. El profesional médico puede sugerir una dieta bien equilibrada y baja en alimentos procesados o carbohidratos para disminuir la probabilidad de hipertensión. También puede ser necesario que el niño participe en una terapia o en servicios de intervención para la estabilidad motriz gruesa y el control del estrés. En casos extremos y como último recurso, el niño puede tener que someterse a una intervención quirúrgica para recibir un dispositivo de estimulación nerviosa que le ayude a controlar las convulsiones.
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